Este post es un poco atípico en este blog. No
vamos a hablar de técnica sino de algo intangible de lo que creo, sin embargo,
que todos podemos aprender algo, especialmente aquellos que dedicados a la
enseñanza y entrenamiento de golf.
Siempre hemos escuchado (y dicho) lo difícil
que es comprometer a los amateurs con el entrenamiento del juego corto, que no
dan clases de putt jamás, que es una guerra perdida, que patear es aburrido y
es lo que hay y que a los jugadores medios no les interesa esa parcela del
juego porque no es tan divertida como pegar bolas y eventualmente ver una
mejora en el juego largo. Y eso cuando no se zanja el tema con que el putt es
una cuestión de sensaciones, que cada uno lo hace a su manera y se acabó.
En este post sin técnica ni ilustraciones ni
explicaciones sesudas sobre la física y la geometría me gustaría intentar
desterrar un poco estos mitos y ponernos las pilas a todos.
Dan Coyle hablaba en su libro Las claves del talento sobre cómo para
el desarrollo de las habilidades, muchas veces, especialmente en las primeras
fases del aprendizaje, no era tan importante el nivel de conocimientos o la
excelencia del profesor/entrenador/monitor como su capacidad de transmitir
entusiasmo por la actividad que se realiza, generar cariño hacia la misma y
“pescar” a niños y adultos al reto de mejorar, de hacer esfuerzos conscientes y
dedicar tiempo que no siempre es entretenido ni fácil para poder aprender y
mejorar. Es decir, generar compromiso en los alumnos para poder avanzar.
Pues bien, parece ser totalmente cierto que
funciona así y lo que os traigo hoy es una historia que lo prueba:
Desde que llegué a la República Checa he
trabajado principalmente con el putt (¡qué suerte la mía!), casi siempre con un
aparato llamado SAM PuttLab del que ya os hablaré otro día. El caso es que uno
de los jugadores a los que intento ayudar es un chico que era amateur cuando
empezamos y que acaba de pasar a ser jugador profesional. Su intención es la de
dedicarse a jugar y se cruza una vez al mes o cada 3 semanas el país para
entrenar con nosotros. Su motivación, disciplina y disposición no conocen
límites, le faltan horas al día para él. Es organizado y constante e incluso a
veces tiene uno la sensación de que si le dice que sería conveniente que
corriese, te llamaría cuando llegase a la otra punta de Europa para preguntarte
que qué tiene que hacer ahora. Lo único que necesita es una explicación de todo
lo que se le propone, lo cual hace la vida del entrenador mucho más fácil, la
verdad.
Para ganar algo de dinero que pueda invertir
en su propia carrera, se dedica a enseñar, tiene un grupo de niños a los que
entrena un par de veces en semana y clientes privados adultos. A finales de la
temporada pasada concertamos un entrenamiento de putt en su ciudad para sus
clientes con el SAM PuttLab. Ya me sorprendió que no sólo acudieron los niños
que entrena sino también los adultos, que no es muy habitual.
Al comienzo de esta temporada hemos vuelto a
organizar un día de entrenamientos y han vuelto todos, todos había mejorado
muchísimo, no había ninguno que ni siquiera se pareciese a lo que vimos a
principios de diciembre.
¿El secreto? La capacidad de este chico de
transmitirles entusiasmo por embarcarse en el reto de mejorar y también de
engancharlos a una dinámica de orden, de disciplina y auto exigencia. Resumido,
de hacerles que disfruten con el sacrificio esperando la recompensa posterior.
Él es así, ellos confían ciegamente en él porque conocen su integridad y se
contagian de sus virtudes hasta hacerlas suyas.
Desde que les analizamos y propusimos algunas
posibles soluciones y líneas de trabajo la primera vez a principios de
diciembre hasta ahora han tomado clases de putt semanales independientes de su
programa de juego largo y corto. Han seguido un orden y un plan establecido,
han practicado por su cuenta, algunos incluso han instalado pequeñas zonas de
prácticas en casa para patear. Cuando les comentábamos lo que habían mejorado, todos
miraban con ojos de ilusión y de alivio después del trabajo bien hecho. Y
estamos hablando de niños y adolescentes, pero también de personas de 30, 40,
50 y hasta casi 70 años hubo algún caso. Tengo en la mente el caso de un señor
de casi 70 años que me comentaba que había mejorado mucho, que lo entendía todo
mejor y que ahora le quedaba seguir practicando para mejorar aún más. “Es
cuestión de 10 mil putts más para terminar de fijarlo”, me soltó.
Este chico puede no tener los conocimientos
más sofisticados ni actualizados del mundo, aunque, precisamente por ese
entusiasmo que pone en todo lo que hace, es como una esponja con cualquier
información que le llega; pero la clave es que esa posible falta de
herramientas la suple y con creces con la capacidad que tiene de enganchar a la
gente a su forma de ver su profesión. ¡Y funciona!
Después de un día así, en el tren de vuelta a
casa uno tiene mucho en que pensar.
Buena historia, leer estas experiencias nos motivan a mejorar para con este deporte y para con nuestras vidas.
ResponderEliminarBuenas tardes.
ResponderEliminarEs una pena que hayas dejado de escribir este blog. Es lo más interesante que he encontrado nunca.
¡Ánimo!
Y muchas gracias por lo que ya nos has dejado.
Hola. Muy buen artículo. Dirijo "SportCentral.com" una página deportiva, donde se puede encontrar a un amigo para hacer deportes, centros deportivos o crear un equipo. Un saludo. :) http://www.sportcentral.com/
ResponderEliminarHola. Muy buen artículo. Dirijo "SportCentral.com" una página deportiva, donde se puede encontrar a un amigo para hacer deportes, centros deportivos o crear un equipo. Un saludo. :) http://www.sportcentral.com/
ResponderEliminarLos consejos son muy buenos, aprender al golf no es nada fácil y es bueno leer las mecánicas antes de ir al campo de golf. Practicar y practicar no queda otra para ir mejorando
ResponderEliminarEl aprendizaje es un proceso muy complejo, todas las herramientas que se puedan tener son bienvenidas desde soporte tecnologico has las Bolas de golf
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el blog que has subido a la web, es vital colocar los codos en posición de 90º grados y los hombros relajados
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